Un puente para dialogar dos miradas:
Filosofía y Psicoterapia Sistémica∗
José Luis Lara Ramírez[1]
Un puente para dialogar dos miradas, es un diálogo entre la Filosofía como fundamento, y la Psicoterapia Sistémica como práctica de intervención, para sentar las bases de un pensamiento ecosistémico que abone criterios a la comprensión de las realidades intersubjetivas que se dan en la convivencia humana.
A dialogue bridge for two gazes is a dialogue between philosophy as a Foundation, and Systemic Psychotherapy as a practice of intervention, to lay the foundations of an ecosystemic thought that contributes to the understanding of the intersubjective realities that occur in the human coexistence.
Palabras clave: Realismo. Antropología. Complejidad. Psicoterapia Sistémica. Pensamiento ecosistémico.
Realism. Anthropology. Complexity. Systemis pshycotherapy. Ecosystemic thought.
Introducción.
El sentido de esta reflexión es construir un puente entre la mirada Filosófica como fundamento y la mirada de la Psicoterapia Sistémica como práctica de comprensión e intervención de la convivencia humana. Un puente – diálogo ecosistémico, que nos permita enriquecer la psicología sistémica de la mano de algunos filósofos, y un campo práctico, como es la psicoterapia, que aporte datos a la reflexión filosófica. Una práctica terapéutica con intuiciones filosóficas, que nos proporcione elementos para abonar en la comprensión de las realidades intersubjetivas que se generan en el encuentro y la interacción entre las personas en el contexto de la psicoterapia sistémica.
De tal manera que el ensayo parte de las siguientes preguntas: ¿qué es la realidad? ¿qué es el ser humano? (en interacción) Y desde la aproximación a los planteamientos de Xavier Zubiri y Edgar Morin, reflexionar en cómo estas aportaciones filosóficas nos pueden proporcionar criterios ecosistémicos[2] para la comprensión de la interacción humana e intervención en las terapias sistémicas.
1. Problematización.
La pregunta por la realidad es de vital importancia porque en las terapias sistémicas de índole individual, pareja, familiar o grupos, se cruzan dos perspectivas de la realidad, básicamente: la realidad como resultado de la interacción entre el observador y lo observado; y la “realidad” (entre comillas) como una explicación del observador. Y por lo tanto, dos epistemes.
¿Cómo se traducen estas dos posiciones en la intervención terapéutica? Básicamente, el enfoque sistémico indaga procesos de interacción, e introduce cambios en las pautas de interacción[3] que sostienen el síntoma. Mientras que una posición constructivista radical[4] explora los significados e interpretaciones individuales y busca perturbar la construcción del mundo del paciente y ampliar la perspectiva de significados, en palabras de Paul Watzlawick: “La terapia consiste, pues, en remplazar una visión del mundo que causa sufrimiento por otra que sigue siendo una “mera” construcción mental y tampoco refleja la realidad como “realmente” es”.[5]
Consideramos insuficiente la postura constructivista, y nos inclinamos a recurrir a un realismo sistémico, aproximándonos a los planteamientos de Xavier Zubiri, toda vez que es un autor no explorado en el enfoque sistémico de las terapias y que nos puede enriquecer la comprensión en su aplicación, como se explica en los supuestos siguientes:
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1.1. Los puntos clave de la problematización.
Entendemos que los modos en que los psicoterapeutas ayudarán a sus pacientes dependerá de su filosofía de la terapia. Por ello, partimos de los siguientes supuestos:
Primero, nos parece fundamental, retomar la pregunta por la realidad. Y salirnos del extremo de la realidad objetiva: las cosas como totalmente independientes de la aprehensión del observador, y que además, pueden aprehenderse tal y como son por el observador. O de la realidad subjetiva, las cosas existen totalmente en la aprehensión, o lo que es más, son así por la aprehensión. Un relativismo radical que parece prevalecer tanto en la lectura de algunos psicoterapeutas como de los pacientes.
Segundo, comprender que si bien, en la terapia, los terapeutas no estamos abordando realidades físicas, las cosas, sino situaciones que corresponden al dominio lingüístico semántico, es posible establecer un marco teórico que nos ayude a comprender estas realidades intersubjetivas, que tienen efectos en la vida de las personas, y establecer criterios de conocimiento y de verdad. El que las ideas tengan efectos en la vida de las personas, descarta por lo menos, en el contexto de la psicoterapia sistémica, el relativismo radical que suele prevalecer en una aplicación del constructivismo radical en la terapia sistémica.
Tercero, y fundamental, apostamos por fortalecer una perspectiva sistémica de la realidad y del ser humano; y consideramos que salirnos de los autores habituales de la psicoterapia sistémica, y acudir a otros referentes filosóficos, aporta perspectivas y reflexiones renovadoras. De manera concreta, abordaremos planteamientos introductorios de los filósofos Xavier Zubiri y Edgar Morin. Y desde la aportación de estos autores abonaremos a un pensamiento ecosistémico que fortalezca el enfoque sistémico en la terapia versus una lectura del constructivismo radical.
3. Aproximación a la realidad.
3.1. Realidad abierta, respectiva y múltiple.
Sin pretender agotar, destacamos algunas reflexiones de la filosofía de Xavier Zubiri (1898 – 1983), pensador español, quien nos aporta una lectura metafísica de la realidad, es decir, nos da las notas que constituyen a las cosas como realidad. Sin embargo, su idea de la realidad no está desligada de su idea de la inteligencia. Dos pilares en los que se asienta su filosofía, como él mismo lo expresa:
“Una, la idea de liberar el concepto de realidad de su adscripción a la sustancia. Las cosas reales no son sustancias sino sustantividades. No son sujetos sustanciales sino sistemas sustantivos. (…) La otra ribera es la de liberar la intelección, la inteligencia, de la adscripción a la función de juzgar. (…) El acto formal de la intelección no es el juicio sino que es la aprehensión de la cosa real misma. Y esa cosa misma se nos da primaria y radicalmente en impresión sensible, esto es, en impresión de realidad”.[6]
Veamos por partes, entendemos que las cosas, cualquier cosa, desde un átomo, una macromolécula, una célula, hasta un animal complejo como lo es el ser humano, es un sistema sustantivo. No hay una esencia reductible que sostenga al sistema, éste se sostiene en su interacción. Cada sistema está constituido por elementos, que en interacción conforman de suyo una organización que le da unidad.
La realidad humana, el ser humano, es también un sistema sustantivo, una unidad psico-orgánica, integrado por psique: inteligencia, sentimiento, voluntad. Y corporeidad: organismo – organizado por elementos físico químicos, funciones del sistema nervioso central y vegetativo. Esta sustantividad es un modo de realidad, sin embargo, no se puede comprender la sustantividad del sistema humano si no es en respectividad, en apertura, hacia sus mismos elementos o notas que lo constituyen, y hacia otros sistemas de notas como la energía, la materia y la vida.[7]
“Ante todo, todo lo real es lo que es sólo respectivamente a otras realidades. Nada es real si no es respecto a otras realidades. Lo cual significa que toda cosa real es desde sí misma constitutivamente abierta”.[8]
La realidad además de abierta, es múltiple, no sólo por la diversidad de cosas, sino porque cada una, como sistema, contiene múltiples elementos constitutivos, y además, elementos de otros sistemas, para formar una sustantividad.
“Pero, en segundo lugar, lo real es múltiple, no sólo porque las cosas tienen muchas propiedades distintas, sino también por una razón a mi modo de ver más honda: porque lo que es abierto es su propio carácter de realidad”.[9]
Si miramos al ser humano como un sistema de notas. Las notas de la corporeidad están abiertas y en respectividad a las notas de la psique, y las notas de la psique están en apertura hacia las notas de la corporeidad, de tal manera que le dan unidad, constitución y totalidad.
Una de las notas fundamentales de las psique: la inteligencia, es precisamente, la que le da la capacidad de aprehender la realidad como realidad, siente las cosas como “de suyo”, como características de la cosa aprehendida, como lo plantea Héctor León:
“Zubiri afirma que el sentir humano es un sentir intelectivo o una inteligencia sentiente, porque todas las cosas las aprehendemos en los sentidos como realidades. Sentir lo otro en impresión es lo que formalmente constituye el sentir”.[10]
El ser humano se experimenta real frente a otras realidades, de manera particular, ante sí mismo y ante los otros y otras semejantes a sí. Experimenta las situaciones como realidades que vive y construye, pero también, como realidades que se le imponen de suyo, y ante las cuales tiene que responder. Y tiene que hacer su vida, en respectividad, junto a los otros y otras.
3.2. Realidad compleja: es una, múltiple y religada.
Por otra parte, el pensador francés Edgar Morin nos plantea los principios y características de un pensamiento complejo, a saber:
“El pensamiento complejo es ante todo un pensamiento que relaciona. Es el significado más cercano al término complexus (lo que está tejido en conjunto) es un modo de religación. Está contra el aislamiento de los objetos de conocimiento; reponiéndoles en su contexto, y de ser posible en la globalidad a la que pertenecen”.[11]
De los cuales se puede derivar una noción explicativa de la realidad, precisamente, como una realidad compleja, es decir, se nos presenta como una inmensa red concretada en múltiples y religadas cosas reales, que además, se encuentran en una interacción y transformación continua. Una epistemología compleja da cuenta, sin agotar, de la realidad compleja que constituye nuestro mundo fenoménico. Hace lo posible, como método de conocimiento, de poner orden y clarificar, asumiendo también el desorden, la confusión y la paradoja.
“Al mirar con más atención, la complejidad es, efectivamente, el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico. Así es que la complejidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo inextricable, del desorden, la ambiguedad, la incertidumbre”(…)[12]
La realidad no son sólo las cosas concretas de suyo, del mundo físico, que son realidades objetivas, sino también las ideas y creencias culturales que atribuimos a nuestras experiencias sensoriales, que son realidades subjetivas. Vivimos como realidades las cosas que se nos imponen de fuera pero también, las cosas que se nos imponen y construimos de adentro. De tal manera, que nuestras experiencias se tejen de estos dos dominios de realidad. Distinguirlas en el contexto de la terapia es poner en diálogo las diversas lecturas y acordar sus interpretaciones.
3.3. Relación y diferencia entre los dos planteamientos.
Los dos autores, Xavier Zubiri y Edgar Morin, explican una realidad que se nos presenta de suyo, una, múltiple y religada, pues no hay realidad sin cosas concretas. Ni cosas concretas sin otras cosas concretas. Además cada cosa concreta de la realidad tiene diversos elementos y notas que le son propias La realidad no se piensa en términos de fragmentos sino de totalidad, como unidad respectiva frenta a otras unidades, que están abiertas y en movimiento. Una realidad que se nos impone, arrastra y excede a nuestra comprensión.
El filósofo Xavier Zubiri no plantea una epistemología, sino una noología de la inteligencia sentiente, como primer momento del conocer, mientras que Edgar Morin no plantea una teoría de la realidad sino una epistemología compleja. Los dos autores, suponen que la singularidad del ser humano es la capacidad de responder a la realidad como realidad, no sólo como estímulo, y esa capacidad de sentir y de intelegir es la que nos hace movernos ante y en la realidad, además de construir nuevas realidades despegándonos de la naturaleza sin dejar de estar arraigados en la misma. Y sin agotar la realidad, a saber, por lo menos por dos cosas:
Una, para Zubiri, el que las cosas en su modo de estar en la realidad sean abiertas hace de su comprensión un movimiento inacabable. El ser humano no puede agotar la riqueza de la realidad, porque la aprehensión de los sentidos es insuficiente puesto que son limitados, y además, la realidad es inacabable y excedente por ser constitutivamente abierta.
“El arrastre con que nos arrastra la realidad hace, pues, de su intelección un movimiento de búsqueda. Y como esto mismo sucede con aquellas otras cosas desde las que entendemos lo que queremos entender, resulta que al estar arrastrados por la realidad nos encontramos envueltos en un movimiento inacabable no sólo porque el hombre no puede agotar la riqueza de la realidad, sino que es inacabable radicalmente, a saber, porque la realidad en cuanto tal es desde sí misma constitutivamente abierta”.[13]
Dos, para Edgar Morin, la singularidad de conocer la realidad está condicionada por sus caracteres físicos, psicológicos y culturales. Las cosas, el mundo físico, que se nos da a los sentidos es entendido, explicado y limitado, por la biología y la cultura.
(…) “sólo hay mentes encarnadas en cuerpos y culturas, y que el mundo físico es siempre el mundo entendido por seres biológicos y culturales”. [14]
4. Bases para un pensamiento ecosistémico.
Las aportaciones filosóficas de los autores mencionados nos pueden dar las bases para desarrollar un pensamiento ecosistémico, que fortalezca la comprensión y práctica de las terapias sistémicas, con las siguientes claves:
La ecología, según Hernst Haeckel, “es el estudio de la inter-retro-relación de todos los seres vivos y no vivos entre sí y con su medio ambiente”[15]. Respecto a esta definición, el filósofo y teólogo Leonardo Boff, concluye que la ecología “es un saber acerca de las relaciones, interconexiones, interdependencias e intercambios de todo con todo, en todos los puntos y en todos los momentos (…) es un saber de saberes, relacionados entre sí”[16]. Por otra parte, el término sistema hace referencia a la unidad que conforman los elementos en interacción, que se auto-organizan, cambian y se mantienen en cierto equilibrio.
Consideramos que un pensamiento ecosistémico se aplica al situar al ser humano como un sistema sustantivo en respectividad e interdependencia con los otros seres vivos y no vivos sistémicos, en un contexto de relación que es la Tierra, nuestra casa común. Y que tiene implicaciones profundas y amplias para aplicar a la psicología sistémica, desde una ecología profunda y radical que aborda diversos aspectos de la realidad individual, familiar, social y cultural del ser humano.
Una perspectiva más ecosistémica, sitúa a la persona como un ser más, humos (de tierra) entramado en las relaciones de la tierra y con la naturaleza, con su particular modo de ser y estar en la realidad, dada su condición psico-orgánica, y su producción cultural, social, económica y tecnológica. Es decir, la persona como un sistema con y en relación a otros sistemas vivos y no vivos de la naturaleza.
Mirar a la persona como un sistema sustantivo: psico-orgánico, implica comprender su realidad. Reconocer su complejidad es no sólo mirarlo como una cosa real entre las otras cosas físicas sino su modo de estar psicológico en la realidad y validar su co – existencia y su modo de explicarse la realidad en la convivencia con otras personas.
Podemos, desde la corporeidad, elegir en dónde vivir en sociedad. Y desde la psique podemos elegir cómo y con quiénes vivir; pero no podemos vivir sin los otros y otras de la sociedad. La alteridad y vivir en sociedad hunde sus raíces en la corporeidad humana, en la biología humana. El ser humano, en proceso, y desde su concepción, lleva una carga genética que participa de otras genéticas humanas. Es una célula, un cigoto, un producto humano. No es inicial ni puede derivar en otra cosa, en otra realidad. La persona humana, corporalmente lleva en sí misma las características de otras corporeidades. Ser cuerpo es ser, en respectividad, las notas de otros cuerpos. Cada cuerpo humano es único e irrepetible, y a la vez, es continuidad y actualización del phylum de la especie humana, es un modo de ser y estar de la especie en el mundo. Pero, no solamente heredamos características genéticas corporales, como el color de ojos, la frente amplia, la estatura y ese aire físico que nos entrelaza a la y nos distingue en la familia. También, heredamos genéticamente e interaccionalmente tendencias inteligentes, emocionales y conductuales, que toman una forma única: personalidad; una personalidad única y al mismo tiempo tan semejante a papá, mamá, hermanas, hermanos, amigos y personas íntimas. La personalidad es resultado de nuestras acciones, interacciones, circunstancias ambientales, geográficas y situacionales, es decir, del subsistema psique en mayor parte, pero, también, la personalidad se conforma de nuestras tendencias genéticas y características físicas, pues es claro, que éstas tienen efecto en la manera de socializar, de concebirnos, de estimarnos y de amarnos.
Todo lo que sentimos, imaginamos y creamos se da en el cuerpo y a través del cuerpo, a la vez que trasciende al cuerpo en la psique, y también, todas las fuerzas de energía, las sensaciones, las temporalidades se dan en la psique y la trascienden. La trascienden en el sentido de que van de un subsistema a otro subsistema, sus notas características están en apertura hacia sí mismas formando una unidad, una sustantividad psico-orgánica. Sólo me puedo distinguir psicológicamente, individualizar, en el encuentro con el otro – otra, de un Yo a un Tú psico-corporal. Vemos al otro – otra como otro, pero sólo en ese otro podemos mirarnos como únicos e irrepetibles, y en uno u otro momento, podemos vernos semejantes en su humanidad, en su persona. De tal manera que nos vemos como las hojas del árbol de la humanidad.
Precisamente, puntualizamos dos características psicológicas de la persona como modo de estar en la realidad: una, es su capacidad de vivir con los otros, es un individuo habitado por los otros, y es esta con – vivencia la que la da la posibilidad de unirse y conflictuarse. Dos, es su capacidad de dar sentido y explicarse la realidad de lo que está viviendo en esta convivencia en determinados dominios de relación: pareja, amistad, filial, compañerismo; en diversos contextos como el familiar, laboral, social, que corresponden a realidades intersubjetivas culturales que se entrecruzan. Es decir, que los significados si bien dependen del individuo también dependen de los otros y de las circunstancias, son interdependientes.
La persona por ser una realidad abierta es también una realidad múltiple. Es decir, comprender un fenómeno psicológico, desde un pensamiento ecosistémico, de entrada implica mirar la interacción con las otras cosas reales y con otros dominios de realidad como el cultural, ético, social, estético y ecológico, como dominios de sentido igualmente complejos e interdependientes.
Comprender un fenómeno de la experiencia psicológica implica que sólo se puede abordar en referencia a otros aspectos de la vida, porque al ser abiertas, están en permanente respectividad como un modo de estar en la realidad entre otras realidades. Las personas cuentan sus historias entrelasando con otras historias. Y de éstas se pueden inferir, cuestionar y dialogar sus premisas y creencias recursivas culturales.
El paciente y su historia no es lo observado, no es un sujeto pasivo que tenga que ser interpretado desde una teoría a priori o desligada de su convivencia, según la psicología positivista; pero tampoco el terapeuta es el observador de unos signifcados construidos por el paciente como individuo aislados de los otros individuos. En la conformación individual de los siginificados estarán presentes los otros y otras íntimos, ajenos, cercanos y lejanos, con efectos reales en la vida de las personas. Por otra parte, paciente y terapeuta son dos personas que se encuentran e interaccionan, una como experta en su problema, que puede explorar sus emociones, describir sus conductas e interacción, las interpretaciones al respecto y decidir su vida; otra como experta en comprender las pautas recursivas de interacción que sostienen los síntomas y en un método para establecer un marco de comprensión que favorezca los cambios. Los problemas y sus soluciones son siempre la comprensión de ambos, seres biológicos y culturales. Los significados, ideas y creencias son encarnados en cuerpos, mentes y culturas que se entretejen y cruzan. No podemos agotarlos ni objetivizarlos en tanto realidades abiertas pero sí podemos trazarlos como realidades intersubjetivas que se están viviendo, y circunscribirlos a una situación, etapa y/o relación para trabajar con ellos como realidades abiertas a nuevas realidades. El que la realidad se nos presente una, múltiple y abierta, nos impulsa a buscar el cambio y sugiere la esperanza de conformar nuevos caminos en la vida.
Entendemos por pauta recursiva un proceso de acciones cognoscitivas, emocionales y conductuales, en la interacción consigo mismo, con los otros y con la construcción cultural, que vuelven sobre sí mismas, en un dominio de relación y en un contexto geográfico. Esta es justamente, la mirada diagnóstica del terapeuta. Implica una lógica dialógica, que busca comprender la complementariedad y reciprocidad que se da en la interacción entre las personas en conflicto. La escucha y mirada atenta de las diversas posiciones y los efectos de éstas en la relación. Si la distinción de la pauta recursiva, es verdadera en el sentido de corresponder a las realidades que están viviendo las personas, habrá acuerdo entre el terapeuta y el paciente, pues estas distinciones son puestas en cuestionamiento y en diálogo. Y lo que es más importante serán de utilidad para elicitar el cambio. Si el diagnóstico no corresponde a la realidad de la persona en atención, si se supone el problema sólo como una mera construcción mental entonces la exploración de soluciones resultará tan falaz como el problema.
Cada persona es responsable de su acción y co-responsable de la acción del otro en la interacción. Si consideramos a la persona en su condición de responder a la realidad que vive, el terapeuta debe provocar en el consultante la capacidad de autodeterminación, decisión, darse una personalidad y un sentido a lo concreto de su vida. Esto es asumirse como realidad, asumir la realidad que está viviendo en interacción y asumir y crear la realidad que quiere vivir.
En la espiral de las relaciones, las creencias y las ideas se disciernen por sus efectos en la convivencia en términos de bien común. Es decir, la piedra angular con que se miden las ideas es la vida misma. Y la vida se vive en convivencia.
Una epistemología eco-sistémica no mira los fenómenos aislados y estáticos, ni las espirales de una interacción como una armónica canción acabada. Los procesos de interacción, si se comprenden desde la complejidad de la realidad pueden pasar por diversas secuencias de orden – caos – interacción – organización – creación.
Conclusiones.
En un constructivismo radical Korzybski afirma que “El nombre no es la cosa, el mapa no es el territorio”[17], pero si el mapa no da cuenta del territorio las personas se perderán. Es decir, se entiende que la aprehensión de la realidad no agota la riqueza de la realidad, pues ésta es abierta, múltiple y religada. Los significados que damos a la experiencia humana son limitados y desde una perspectiva subjetiva, sin embargo, están en interacción con otras perspectivas, emociones y conductas. Responden a experiencias y eventos objetivos, de tal manera que lo objetivo y lo subjetivo son respectivos. Mirar y dialogar la interacción de diversas percepciones de las personas en interacción, considerando el contexto, permite ampliar la mirada tanto en la comprensión de los problemas como de sus soluciones.
Un pensamiento ecosistémico, que toma en cuenta y dialoga con la diversidad de saberes, puede dar cuenta, sin agotar, la complejidad de la realidad una, abierta y múltiple. No reduce ni simplifica el fenómeno psicológico a lo individual, mira las relaciones del individuo y/o del sistema familiar en respectividad a otros individuos, familias, sociedades y culturas. Aún más, individuos y familias están en respectividad con unas líneas biológicas y psicológicas familiares, una sociedad y una cultura que está implícita en las espirales de interacción consigo mismo, con los otros y con la construcción del mundo cultural. Se pueden hacer distinciones sin separar a los individuos de su ecosistema y de la trama de sus relaciones, que se explican, sitúan y resuelven en el marco de la temporalidad pasado, presente y futuro.
Referencias:
Boff, Leonardo. Grito de la tierra, grito de los pobres. México: DABAR, 2002.
Eve Lipchic, “Terapia centrada en soluciones. Más allá de la técnica”. Buenos Aires: Amorrortu editores, 2004.
León Jiménez, Héctor David. La noología zubiriana como sustento epistemológico de un trabajo de investigación. Guadalajara: texto inédito, 2013.
“Palabras de Xavier Zubiri en la presentación conjunta de inteligencia y logos e inteligencia y razón”, en Fundación Xavier Zubiri, Zubiri se presenta, disponible en HYPERLINK «http://www.zubiri.net/?page_id=337» http://www.zubiri.net/?page_id=337
Morin, Edgar. «En el pensamiento complejo contra el pensamiento único», entrevista realizada por Gómez Vallejo, Nelson. Nueva época, año IV, No 8, México: sociología y política, 1996, 6-7.
Watzlawick, Paul. “La terapia es…lo que usted dice que es”, en Jeffrey K Zeig/Gilligan Stephen (comps.), Terapia Breve. Mito, métodos y metáforas, Buenos Aires, Amorrortu editores, 2014.
Watzlawick Paul, “¿es real la realidad?”. España: Herder editorial, 2003.
Zubiri, Xavier. “¿Qué es investigar?”, en The Xavier Zubiri Review, Vol. No 7, Washington, DC.: Xavier Zubiri Foundation of North America, 2005, 5 – 7.
Notas al pie de página:
* El artículo fue publicado en Revista Piezas, en diálogo Filosofía y Ciencias Humanas, II época, volumen VIII, número 25, Instituto de Filosofía, México, diciembre 2017, págs. 56 – 64.
[1] Lic. en Psicología, Maestría en Terapia Sistémica, Doctorando en Filosofía y Ciencias Humanas, Rector de Instituto Agustín Palacios Escudero.
[2] Una sentido provisional del término ecosistémico que se usa en este texto, es la relación de una persona (unidad sistémica) con un conjunto de personas que conforman a su vez un sistema (pareja, familiar), y que a su vez interactúan con otros sistemas (social, cultural) en un ambiente o contexto.
[3] En este documento se usan como sinónimo pautas de interacción o pautas recursivas. El concepto se define posteriormente.
[4] Véase Watzlawick Paul, ¿es real la realidad?, (España: Herder editorial, 2003)
[5] Paul Watzlawick, “La terapia es…lo que usted dice que es”, en Jeffrey K Zeig/Gilligan Stephen (comps.), Terapia Breve. Mito, métodos y metáforas, (Buenos Aires, Amorrortu editores, 2014) 89.
[6] “Palabras de Xavier Zubiri en la presentación conjunta de inteligencia y logos e inteligencia y razón”, cit. pos. Fundación Xavier Zubiri, Zubiri se presenta, disponible en http://www.zubiri.net/?page_id=337, fecha de consulta 26 de octubre del 2017. Las negritas son propias.
[7] La energía no se puede entender sin las cuatro fuerzas: gravedad, electromagnética, nuclear fuerte y nuclear débil, que actúan juntas. La materia no se entiende sin la constante cosmológica como los elementos físico químicos que interaccionan. La diversidad de la vida no se entiende sin las cadenas de ADN que poseen los mismos veinte aminoácidos esenciales y los cuatro tipos de ácidos nucleicos (citosina, guanina, timina y adenina) organizados diferentes en cada especie.
[8] Xavier Zubiri, “¿Qué es investigar?”, en The Xavier Zubiri Review, Vol. No 7, (Washington, DC.: Xavier Zubiri Foundation of North America, 2005) 5 – 7
[9]Op. Cit.
[10] Héctor David León Jiménez, La noología zubiriana como sustento epistemológico de un trabajo de investigación. (Guadalajara, texto inédito, 2013), 1.
[11] Edgar Morin, “En el pensamiento complejo contra el pensamiento único”, entrevista realizada por Nelson Vallejo Gómez, Nueva época, año IV, No 8, (México: sociología y política, 1996) 6-7.
[12] Loc. Cit. Las negritas son propias.
[13] Xavier Zubiri, “¿Qué es investigar?”, Op. Cit.
[14] Edgar Morin, En el pensamiento complejo contra el pensamiento único, Op. Cit.
[15] Citado en Leonardo Boff, Grito de la tierra, grito de los pobres (México: DABAR, 2002) 16-17
[16] Loc. Cit.
[17] Cfr. Paul Watzlawick, “La terapia es…lo que usted dice que es”, Op. Cit., p. 86
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Referencia: Lara Ramírez, José Luis; Un puente para dialogar dos miradas: filosofía y psicoterapia sistémica, en Revista Piezas, en diálogo Filosofía y Ciencias Humanas, II época, volumen VIII, número 25, Instituto de Filosofía, México, diciembre 2017, págs. 56 – 64.